Sábado mediodía, tibio sol y te provoca comerte un rico cebiche. Te pones de acuerdo con un grupo de amigos para encontrarse a la 1 pm en la entrada del restaurante elegido, lo cual todos cumplen más o menos bien, ingresan al local eligen una mesa y se distribuyen según su conveniencia o costumbre, piden la fuente de cebiche y que empiece la jornada.

Lo señalado anteriormente es de una u otra manera una situación usual, común y corriente. Sin embargo pocos se ponen a pensar todo lo que hay detrás para que llegue a la mesa ese tan deseado cebiche. En primer lugar se necesitó una receta, en la que se detalla con precisión todos los ingredientes, las cantidades y proporciones y la manera en que se debe preparar, es decir qué, cuánto y cuándo. En segundo lugar se ha requerido que se hayan comprado con anticipación todos los ingredientes y verificado que sean de calidad y con la higiene correspondiente. En tercer lugar se necesitó un cocinero experto en preparar cebiche, que ponga en práctica la receta y sepa utilizar los instrumentos de cocina (cuchillo, etc.) y manipular convenientemente los ingredientes hasta que el cebiche esté en su punto y listo para servir. Al final de todo ese proceso entra en escena el mozo quien prepara la mesa, pone los platos, cubiertos y servilletas y finalmente la fuente de cebiche. A todo esto se ha necesitado una gerencia y logística eficiente que asegure que todos los pasos se van a realizar según se requiere.

Cada vez que estalla un conflicto minero y veo y leo lo que los gobiernos de turno, las comunidades involucradas y las empresas hacen para resolverlo pienso inmediatamente en lo descrito en el párrafo anterior. Es decir todos quieren comer un rico cebiche sin tener una receta clara, los ingredientes necesarios, un cocinero experto, los instrumentos de cocina adecuados y una gerencia que asegure que todos los pasos se van a cumplir correctamente y en los plazos correspondientes. Asumen que basta con elegir una mesa, arreglarla decentemente y el plato de cebiche que traigan tiene que estar bueno. Obviamente que basta que exista una falla en cualquiera de las etapas para que el cebiche no sea bueno y por más que se tenga la mejor y más bonita mesa del planeta nada se va a poder resolver desde ahí, no importa qué es lo que se haga o discuta.

Pretender un buen manejo de conflictos sociales o mejor aún una prevención efectiva (cebiche) sin tener una buena receta (Reglas y leyes claras, procesos y procedimientos establecidos), buenos ingredientes (empresarios, funcionarios, sociedad civil), instrumentos adecuados (tecnología, recursos, etc.), un buen cocinero (MINEM, etc.) y una buena gerencia (Gob. Central) no será posible. El tipo de mesa (de Diálogo, de desarrollo o lo que fuera) ni el mozo (negociadores de ambos lados) ni los beneficiarios directos (los comensales) pueden hacer nada que no se resuelva en las etapas previas.

En el Perú ponemos la carreta delante de los caballos, pretendemos que las mesas de diálogo resuelvan las cosas que no se hicieron antes y que poco o nada se hace para resolverlas. Es necesario una nueva receta para empezar, la actual ya no funciona, y no basta con una Nueva Ley de Minería, ni con lo que algunos llaman un Nuevo contrato social en minería. Soluciones parciales y coyunturales no resuelven problemas integrales y estructurales. Se requiere un Plan de Desarrollo para zonas con proyectos de la industria extractiva, que incorpore un nuevo modelo de gestión social de desarrollo sostenible de largo plazo en el territorio en cuestión, con roles y funciones claras para los actores, que trabajen Estado, empresa y comunidades como socios estratégicos y sea de beneficio para todos.

Servido!!!