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Fuente: Portal PQS

Algunos lineamientos para las PYME en el Perú 2016-2021

Publicado: 2016-06-18


Finalizada la campaña electoral, burda y dura, y con un presidente a cuestas es momento de entrar de lleno a las propuestas, a las promesas y a lo que conviene al país. En este caso me centraré en un sector casi olvidado en el Perú, que no ocupa muchas líneas y ningún editorial en las campañas salvo algunas promesas generales.

La campaña tuvo, si alguno hubo, como eje de discusión para el sector el IGV, entre rebajarlo gradualmente o eliminarlo temporalmente. No se dijo más, no se entró en mayores detalles, es más la rebaja del IGV era en general y no exclusivamente para las PYMES. Más débil aun.

Para plantear propuestas se necesita información, y en el sector de la pequeña y micro empresa más allá de tenerse una idea gruesa de cuantos trabajadores absorbe y de cuanto representa en el PBI y la PEA no se conoce más. En ese afán venimos desde hace un tiempo, y con los escasos recursos con que contamos, construyendo y acopiando información de ratios económicos y financieros de estas empresas, el objetivo es doble, por un lado conocer a fondo el sector y por otro lado diseñar instrumentos de gestión empresarial que les permita tomar decisiones oportunas con miras a un mayor y mejor crecimiento y desarrollo.

Hacerlo no ha sido, ni es, fácil, no solo por la falta de recursos para ello, sino también porque no hay una cultura en las pequeñas y micro empresas para invertir y/o utilizar este tipo de herramientas económico-financieras como sí la hay en las medianas o grandes, y porque la información de su funcionamiento dual formal/informal muchas veces había que construirla desde cero, además de la obvia desconfianza para dar información a terceros. Es un reto en el que insistiremos tercamente, asimismo y como una externalidad positiva tenemos que las empresas que finalmente aceptan brindar sus datos para construir los indicadores y ratios tienen en el proceso una mejora cualitativa de su propio manejo interno, ya que de alguna manera se obligan a ordenar y sincerar su información de los tres últimos años (es lo que se les pide) y al ver que les es útil lo repetirán en el futuro, en algún momento lo tenían que hacer y esta ocasión fue un buen pretexto.

Las cifras que presentaremos, por obvias razones, no son una muestra representativa de las PYMES en el país ni en Lima, pero sí muestran de alguna manera lo que viene aconteciendo en la realidad, en todo caso es lo más cercano a esta. Y es a partir de las mismas que haremos algunas sugerencias.

Para empezar son empresas que si bien cuentan con un ratio de liquidez corriente de 1.4 y de 0.94 de prueba ácida, terminan con una razón de caja, es decir cash para cubrir su pasivo corriente de tan solo 0.2, esto es, solo un quinto de sus deudas de corto plazo podrían ser cubiertas con el dinero que cuentan en caja o bancos, lo cual los hace vulnerables frente a cualquier eventualidad.

La rentabilidad en el sector a partir del Margen Neto es en promedio de 6.5%, bastante lejos a cualquier tasa de interés para préstamos bancarios, de ahí que no sean un sector que utilice con frecuencia la intermediación financiera para sus objetivos, salvo emergencias y cuando los requisitos que se les exigen lo permiten. La rentabilidad es además solo ligeramente mayor a la tasa de interés de ahorro o a algún costo de oportunidad alternativo, es decir que el esfuerzo que despliegan a diario muchas veces no compensa la ganancia, ya que podrían poner ese dinero en un banco y tener una rentabilidad similar. Una política de apoyo a las PYMES debe estar dirigida a incrementar ese margen de ganancia.

Relacionado a los puntos anteriores tenemos que la estructura de capital muestra con un promedio de 1.1 que los Pasivos son ligeramente superiores a su Patrimonio Neto, consecuentemente no son solventes en el largo plazo, aun cuando la cobertura de intereses sea de 3.8, es decir su Utilidad Operativa (EBIT) cubre casi cuatro veces los intereses de préstamos, ello debido al poco uso de instrumentos financieros. La deuda de estas empresas es con acreedores de otro tipo, ya sea proveedores o por préstamos fuera del sistema bancario, lo paradójico de esto último es que este tipo de créditos se da a tasas mayores a las formales, pero de más rápido acceso y sin mayores trámites. Quedan notificados los bancos, que también tienen su parte que hacer.

Un dato interesante es que la productividad laboral a partir del total de ventas con respecto a los salarios es en promedio de 19 similar a los de empresas más grandes. En otras palabras, los salarios representan alrededor del 5% del total de ventas. Y ello puede entenderse como que los salarios son muy bajos y/o que (a pesar de ello) los trabajadores son muy productivos. La baja productividad y rentabilidad de las PYMES no se encuentra claramente en los trabajadores ni en los “altos costos” laborales como suelen mencionar los “entendidos”, sino a una inadecuada o inexistente política de compras, junto a una política de préstamos alternativa y usurera, a la que se debe añadir una exagerada (por decir lo menos) política de gastos administrativos que va mucho más allá de lo estrictamente concerniente a las actividades de la empresa e incluyen lo familiar, de ahí que los costos de ventas sean entre el 70% y 80% del total de ventas, y que ello más los costos fijos absorban casi toda la utilidad, no quedando por ello renta a la cual gravar, lo cual es parte de todo este sistema dual y pernicioso que venimos explicando.

Un dato que complementa lo anterior es el del promedio de días por cobrar, aquí las empresas más pequeñas y de menores ventas tienen un promedio de cobro de casi 10 días a pesar de que no venden al crédito, y las más grandes y de mayores ventas están en un rango de entre 20 y 30 días para cobrar, reducir ese plazo es una necesidad pero ello depende más de sus clientes, las medianas y grandes empresas que tiene un mayor poder de negociación.

A partir de lo señalado, que no es sino un extracto ordenado de la información obtenida, podemos mencionar lo siguiente:

Si lo que se quiere es dar un impulso al sector de las PYMES, políticas tributarias como la rebaja general del IGV o incluso del Impuesto a la renta tendrán un efecto solo para la parte formal de las empresas que no es necesariamente la mayor ni al interior de las mismas ni como colectivo, la venta con factura es un porcentaje menor. Tendría más efecto que el IGV a las compras de las PYMES sea el que se reduzca o se elimine temporalmente, ello quizás no tenga un efecto en la disminución del precio unitario de venta pero si en su margen de ganancia y con ello mayores posibilidades de acceso al crédito, a la generación de utilidades netas y al pago de impuestos, por tanto a ser cada vez más formales. Reducir IR sin incrementar utilidades tendría poco o ningún efecto.

Ser formales en las PYMES y en cualquier otro sector no pasa por leyes draconianas, sino en convencerlos que el ser formal es mejor a no serlo. Si junto a las compras con menor (o sin) IGV que puedan hacer estas empresas se tienen tasas de interés que les sea económicamente rentable el panorama mejora aún más, siempre y cuando sean empresas formales que cumplan los requisitos exigidos en cada caso, si no lo son no tendrían esos beneficios.

Junto a lo anterior, es claro que la productividad de la empresa debe mejorar también por medio de una mejor gerencia, los trabajadores a pesar de las bajas remuneraciones hacen su parte, pero la administración requiere de mayores elementos técnicos para un manejo eficaz y eficiente de sus recursos, ello requiere de asistencia técnica en gestión empresarial, educación financiera, de contar con estudios económico financieros, marketing y planificación estratégica, que aprendan a planificar y que el actuar según amanece el día deje de ser su eje estratégico. Motivar a los trabajadores con capacitación técnico-productiva, mejores remuneraciones, beneficios sociales, política de ascensos y premios ayudarán en el objetivo, y se puede hacer en la medida que las políticas planteadas se realicen de manera integral y como un paquete, no de manera aislada.

Finalmente, el Estado tiene un rol en todo este proceso de crecimiento y desarrollo de las PYMES, liderando y planteando los lineamientos, normas y directivas del caso, el sector privado (parte de la cadena de valor) también tiene su rol así como los bancos. Esperemos que la promesa electoral sea cumplida y no se reduzca a mover o quitar el IGV sino a promover decididamente un sector tan importante como olvidado en el país.


Escrito por

Carlos Figueroa Asencios

Máster en Investigación para el Desarrollo Universidad Complutense de Madrid. Economía PUCP. Gerencia del Desarrollo JPAL, INDES. Docente UP


Publicado en

La riqueza de las pasiones

Artículos de opinión sobre Economía, Política Social, Desarrollo y Medio Ambiente. Economista de la PUCP, amante de la música y la natación.